Sí, lo siento.

Te cantaría la más bonita de todas las canciones.
Te susurraría al oido el más significativo de los versos de Neruda.
Te olvidaría con el más añejo de los rones de aquel bar.
Te besaría con el más dulce de los besos.
Te mordería con la mayor pasión del mundo.
Te querria con la más potente de las fuerzas que pueda exisitir.
Te hablaría con la mejor de las lavias posibles.
Te escucharía con el mayor interés que pudiese.
Te esperaría hasta el fin de los tiempos.


Pero no. Ni quiero cantarte, ni susurrarte, ni olvidarte, ni besarte, ni morderte, ni quererte, ni hablarte, ni escucharte, ni esperarte.
No, ya no más.

Ahora, quiero vivir.